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Hace ya unos buenos años, un equipo no muy conocido fuera del mundillo de Amiga, llamado Team 17, sacó al mercado un título al que nombraron Worms, el cual se dedicó a romper todo molde que tocaba, rebosando de originalidad y humor en todos sus aspectos. En Worms nos ponían bajo nuestro control un equipo de gusanos que tenía que eliminar a sus rivales en una batalla por turnos. Para ello, disponíamos de un arsenal enorme y muy variado, repleto de todo tipo de escopetas, mísiles, granadas e incluso ovejas explosivas, luchando en unos escenarios totalmente deformables bajo la acción de nuestros disparos.
Este original planteamiento del juego, unido al a veces absurdo humor que impregnaba todo el producto, y sobretodo a la endiablada jugabilidad que ofrecía, supuso un éxito total, calando bien hondo en el corazón de la crítica y del público. Y lo hizo de forma magistral, superando de largo la posible adversidad de contar con un nivel gráfico bastante bajo, gracias a la enorme diversión que contenía en su interior.
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